lunes, 24 de agosto de 2009

Alfredo Grande - LA NIÑEZ NO ES UN TRAPO

"la cultura represora baja la imputabilidad de los de abajo y sube la impunidad de los de arriba" (aforismo implicado).




Hay una situación de violentación de los niños y las niñas muy brutal, que no es sólo herencia de la dictadura, sino del menemismo: la concepción del mercado.
El mercado es un genocida del sujeto: cuando no puede participar, lo elimina.
Puede hacerlo de muchas formas: lo puede matar, puede enfermarse y no curarlo, y lo puede violentar de todas las maneras posibles.
Entre los sectores más vulnerables, los niños y niñas son los más golpeados.
Lo primero que hay que plantear es que es una catástrofe humanitaria, no una crisis que va a pasar. Hay millones de ciudadanos que están fuera de las condiciones de existencia de una vida digna.
Si alguien dice que un padre abusador y una madre cómplice constituyen una familia, tenemos que redefinir lo que significa. Familia implica amor, protección, abrigo, cuidado, juego, escuela. Familia y familiaridad tienen que estar juntos; cuando la familiaridad ya no se da en la familia, hay que aceptar que este chico es un huérfano funcional y darle dispositivos alternativos, que no sea un asilo donde lo van a seguir maltratando, sino recursos nuevos. La familia no es la solución, sino el problema.
Si alguien cree que un chico tiene que volver a una familia portadora de lo siniestro y del maltrato, no entiende nada o es transmisor del problema. Si la ley plantea eso en términos absolutos es parte del problema, lo va a empeorar hasta límites insoportables y va a ser cómplice de haber matado el deseo de ese chico. Y eso que está pasando es grave pero…
Una de las peores herencias de la dictadura son las desapariciones, pero una de las peores desapariciones es la desaparición de la niñez. Hay niños, pero esos niños que están obligados a trabajar en lugar de jugar y así han perdido brutalmente la niñez. Y eso es gravísimo…
Pero también por otro lado 25 niños menores de 1 año mueren diariamente en la argentina por causas evitables. ¿Las infecciones y el bajo peso, correlato económico político de la miseria, de la exclusión, son evitables?
Para este sistema predador, no son evitables sino que son necesarias. No se quieren evitar porque además son preparatorias de otras muertes, tan anunciadas como la muerte total. Las infecciones serán de todo tipo de manipulación política y partidaria, contaminaciones con discursos mentirosos, contagios con promesas nunca cumplidas. El bajo peso será del cuerpo social, simbólico, deseante, que nunca terminará de crecer.
El sobreviviente, el número 26, tendrá que combatir día por día, noche tras noche, los mandatos criminales de la cultura del 50 y 50: mitad para pocos ricos, mitad para muchos pobres.
Las infecciones y la falta de peso, endemias varias y hambres crónicos, terminarán la tarea para que todos los números 26, más temprano que tarde, encuentren su destino.
La paco-adolescencia hará el resto, y no importará demasiado el destino de los cuerpos. El destino de las mentes está asegurado, el músculo duerme y el pensamiento descansa para siempre.
Pocas formas de vivir y muchas formas de morir para el número 26, aquel que pudo escapar por algún tiempo, de esa forma de exclusión total que es la muerte.
Es insoportable pensar cuánta vida matamos cuando matamos la niñez. ¿Podrán descansar en paz? Ojalá que esos 25, sí. Nosotros espero que no.
El Puro Hambre es un mecanismo perfecto de exterminio. Implica una carencia, nunca un sobrante. No hay exceso de hambrientos. Hay una planificada ausencia de alimentos. El asesinato serial se consuma por un exceso de falta, por un exceso de carencia. Sin la presencia incómoda de armas, campos de exterminio, gases venenosos, calabozos que son las mazmorras de la posmodernidad. Asesinar 18.000 niños por día en todo el mundo en una operación silenciosa. Y monocorde. Sin la estridencia de una bomba; sin los gritos desgarradores de una agonía. El Puro Hambre es una forma encubridora de solución final. El hambre es un crimen, es tan cierto como que también sabemos quiénes son los criminales. Asistimos todavía asombrados a una planificación del exterminio sin aparato militar como protagonista principal. Y si con eso no alcanza, bueno, para eso vamos rearmando el aparato militar con bajas de la edad de imputabilidad, aumento de penas, marcación de los niños como el enemigo a temer y otras mediáticas imposiciones.
La mano visible de ese infame mercado está a la vista, pero nadie quiere verla.
El terrorismo de estado no se dio por enterado de los 25 años de democracia. Los chupaderos de ayer son las catacumbas de hoy, y los que luchan por la dignidad de las personas (al igual que durante el terrorismo de estado hicieron los organismos de derechos humanos) están limitados a la organización social y eso es lo que tenemos que hacer, juntarnos, unirnos, reencontrarnos.



Mas allá del frío que era mucho, la actividad en la olla nos templó a todos. La psicología social y el psicoanálisis implicado comparten una forma de pensar al sujeto social que en dispositivos como éste quedan en evidencia.
Hacen visible la palabra, el arte y el compromiso de muchos que ponen el cuerpo. En una sociedad que generalmente mira de costado y muchas veces solo ve lo que quiere ver y le da rédito. Gracias por la invitación y el guiso compartido.
Un saludo a todas las compañeras y compañeros que con su solidaridad en acto permiten que LA OLLA sigua cocinando su mensaje fraterno.

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