miércoles, 27 de enero de 2010

Para recuperar la memoria del barrio - No nos olvidamos de la semana "trágica"

La huelga de los 2.500 trabajadores metalúrgicos había comenzado el 2 de diciembre para que se escuchen sus reclamos. Reclamos que por cierto eran bastante sensatos: la disminución de la hora de trabajo de 12 a 8 horas, la reincorporación de los delegados despedidos, aumento de salario, mejores condiciones sanitarias, pago de trabajos y horas extraordinarias, abolición del trabajo a destajo y poder descansar los domingos. Para ese entonces los Vasena habían vendido la fábrica a una empresa inglesa, pero seguían gerenciándola. Los antepasados del ministro de economía de Onganía, Kriegar Vasena, se mostraron intransigentes frente a la “insolencia obrera” que decidió tomar la fábrica y armar un piquete en la puerta del establecimiento en defensa de sus derechos. El señor Vasena tenía buenas relaciones con el gobierno, particularmente con el señor Melo, que además de ser asesor legal de Vasena era cercano a Yrigoyen. Y logró que enviaran rápidamente policías y bomberos para castigar la “insolencia” de los explotados organizados.

Hace unos 91 años, el 7 de enero de 1919 a eso de las tres y media de la tarde en los depósitos de los Vasena, que hoy son de la Pepsi, 20 obreros habían hecho un piquete para que no pudieran entrar los carneros de la Asociación Nacional del Trabajo, el sindicalismo amarillo, nacionalista y católico. Los rompehuelgas estaban defendidos por un cordón de 110 policías y bomberos, que por esa época estaban armados y quisieron hacer pasar un camión con materia prima y se produjo el primer “enfrentamiento”.

Balas contra piedras.

Como siempre, balas contra piedras.

Piedras contra el camión y balas de los bomberos desde la Escuela de “la Banderita”,

Piedras contra la policía y balas que salen desde una fabrica textil de la zona, donde hoy esta la Coca Cola.

En la corrida que se produce para escapar de las balas, en la esquina de Pepirí y Alcorta caen los primeros muertos.

Resultado:

- un policía herido de un corte en la cabeza por un piedrazo;

- Juan Fiorini, argentino, 18 años, soltero, jornalero de la fábrica Bozzalla Hnos., muerto de un balazo mientras estaba tomando mate en su casa; Toribio Barrios, español, 42 años, casado, recolector de basura, muerto de varios sablazos de la montada en el cráneo en Alcorta 3189; Santiago Gómez Metrolles, argentino, 32 años, soltero, recolector de basura, muerto de un balazo en la cabeza mientras se hallaba en la fonda de Lázaro Alberti de Alcorta 3521; Miguel Britos, casado, jornalero, muerto a consecuencia también de heridas de bala. Y 30 heridos de bala de los cuales algunos fallecieron más tarde.

La Sociedad de Resistencia (¡que buen nombre para los sindicatos!) de Obreros Metalúrgicos y los Obreros Marítimos declararon inmediatamente la huelga general. Enseguida la FORA anarquista decidió en asamblea ir a la huelga general activa para el día 8 de enero.

El presidente Yrigoyen le pide ayuda al ex jefe de policía y general Dellepiane que ingrese con el ejército para “garantizar la ley y el orden”. Este pedido es el resultado de la presión de los hermanos Vasena, de otros empresarios, de sus socios ingleses y de Christophersen el presidente de la Asociación de Trabajadores.

Aquel jueves 9 de enero de 1919 Buenos Aires era una ciudad paralizada. Los negocios habían cerrado, no había espectáculos, ni transporte público, la basura se acumulaba en las esquinas por la huelga de los recolectores, los canillitas habían resuelto vender solamente La Vanguardia y La Protesta, que aquel día titulaba: “El crimen de las fuerzas policiales, embriagadas por el gobierno y Vasena, clama una explosión revolucionaria”.

Esa misma tarde es designado al frente de la policía Elpidio González futuro vicepresidente de Alvear. El jefe de policía Elpidio González había solicitado y obtenido aquel mismo día del presidente Yrigoyen un decreto que aumentaba en un 20 % el sueldo de los policías a los que les esperaba una dura faena. Se presenta en Vasena tratando de convencer a los obreros para que emprendan la retirada. No contentos con sus palabras, éstos incendian su auto obligándolo a retirarse en un taxi.

Mientras los obreros seguían el cortejo fúnebre hasta el cementerio del Oeste como se llamaba en ese entonces el de la Chacarita, recibían el apoyo de los trabajadores en huelga de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Mendoza. La columna de trabajadores tenía que seguir el recorrido determinado por la policía y los bomberos. Pero la manifestación se desvió para pasar frente a la fábrica de Vasena. Cuando fue demolida la fábrica en el lugar quedaron unos terrenos donde se hizo la Plaza Martín Fierro. Nombre que fue propuesto por Augusto Vandor en oposición al de “Parque Mártires de la Semana Trágica” que reclamaban los trabajadores.

El barrio de Pompeya era la terminal del tren de la Basura donde se quemaba la basura de toda la ciudad, y de ahí viene el nombre, al principio despectivo como todos los sobrenombres, de los quemeros o los de la quema que usan todavía orgullosos los hinchas de huracán.

Después de cruzar el tren de la Basura, se generó un nuevo enfrentamiento con la policía y a pesar de las barricadas hechas por los trabajadores, y el levantamiento de adoquines de las calles para defenderse. El resultado fue unos 35 muertos y cientos de heridos más. Los obreros indignados empezaron a detener los trenes y los tranvías, a saquear comisarías y armerías para poder defenderse de los ataques policiales.

Mientras avanzaban las 8 columnas se iban haciendo más y más numerosas. las calles por donde pasará el cortejo se van colmando. El gentío es inmenso: 200.000 personas para una población total de la ciudad de 1 millón de habitantes.

En la Rioja y San Juan, los esperaba el 2do de Infantería comandado por el General Dellepianne que dispara contra los obreros con ametralladoras pesadas. Detrás de las ametralladoras y al mando de un pelotón se encuentra un joven militar, un tal Juan Domingo Perón. Resultado: decenas de muertos y cientos de heridos más.

Pero el cortejo sigue avanzando por corrientes hasta llegar a la altura de Yatay, frente al convento, donde algunos manifestantes anarquistas comenzaron a gritar consignas anticlericales. La respuesta no se hizo esperar: dentro del templo estaban apostados policías y bomberos que comenzaron a disparar sobre la multitud cobrándose más víctimas de la jornada.

A pesar de todo, el cortejo continúa hasta el cementerio de la Chacarita la gente se fue acomodando como pudo entre las tumbas y comenzaron los discursos de los delegados. En primera fila estaban los familiares de los muertos. Madres, padres, hijos, hermanos desconsolados y acompañados en el dolor y la necesidad de justicia por miles de personas. Mientras hablaba el dirigente Luis Bernard, surgieron abruptamente detrás de los muros del cementerio miembros de la policía y del ejército que comenzaron a disparar sobre la multitud. Era una emboscada. Ahí fueron masacrados por policías, bomberos y militares. El diario La Prensa contabilizó 12 muertos, el diario socialista La Vanguardia elevó la suma a más de 100 y varios cientos de heridos (ninguno militar o policial). Este incidente marcó el inicio de una lucha desordenada y caótica contra la policía.

Estas jornadas dejan como saldo unos 1500 muertos unos 17000 presos y más de 3000 deportados (el gobierno democrático no solo no había derogado la ley de residencia sino que la aplicaba)

En las primeras horas del 10 de enero, los temerosos porteños empezaron a agitar el demonio del desorden y avivaron los sentimientos antisemitas debido a que consideraban comunistas y anarquistas a todos los judíos por su origen ruso. Para “garantizar la paz social, el orden y el respeto a la ley”, civiles y policías empezaron a atacar barrios obreros, a destruir locales sindicales, a quemar bibliotecas, a romper imprentas y a desmantelar centros culturales. Golpeando, tiroteando y arrestando a miles. Se los vio sobretodo en los barrios de Once, Caballito y Villa Crespo, donde se dedican a devastar locales de organizaciones de la colectividad y las casas de los judíos.

El terror blanco duro hasta el día 14 y la policía se encargaba de asustar a la gente que todavía tenía muy fresca la revolución rusa de 1917 diciendo que los judíos estaban organizando el “primer soviet argentino” y hasta le inventaron un presidente y un jefe militar: el socialista judío militante bundista Pedro Pinie Wald que fue detenido en el barrio de Almagro; un italiano, secuestrado en la Boca. Luego de ser brutalmente torturados durante varios días en el Departamento Central de la Policía, fueron liberados porque, en realidad, no había pruebas contra ellos.

Las guardias civiles estaban formadas por jóvenes voluntarios de los carneros de la Asociación del Trabajo, grupos nacionalistas, miembros de la iglesia, socios del Jockey club, militares, empresarios y niños bien que se habían reunido en el Centro Naval y eran armados directamente por la policía. Una de esas “patrullas barriales” fue organizada por el milico Uriburu. Luego, el 16 de enero de 1919, pasarían a llamarse la Liga Patriótica Asesina (Domecq García ocupó la presidencia en forma provisional hasta abril de 1919, cuando las brigadas eligieron como presidente a Manuel Carlés y vice a Pedro Cristophersen)

En el barrio de Villa Crespo la noche del 13 fue atacado con saña por las bandas patrióticas que se dedicaban a la “caza del ruso”. Muchas personas fueron duramente golpeadas, varias casas fueron incendiadas, muchas mujeres fueron brutalmente golpeadas, violadas.

En medio de la calle ardían pilas con libros y trastos viejos, entre los cuales podían reconocerse sillas, mesas y otros enseres domésticos, y las llamas iluminaban tétricamente la noche. Se luchaba dentro y fuera de los edificios. El ruido de los muebles y cajones violentamente arrojados a la calle se mezclaba con gritos de “mueran los judíos”. Cada tanto pasaban viejos barbudos y mujeres desgreñadas.

En las comisarias 7a y 9a, y en el Departamento de Policía. Jinetes arrastraban a viejos judíos desnudos por las calles, les tiraban de las barbas y cuando ya no podían correr, su piel se desgarraba raspando contra los adoquines mientras los sables y latigazos caían y golpeaban. Innumerables cantidad de huesos judíos quebrados en nombre de dios y de la patria.

Según los registros de la historia oficial esa persecución y maltrato a los judíos, no produjo ninguna victima fatal, algunos sostienen que en estos episodios, solo hubo un muerto.

Los más viejos del barrio recordaban que hubo 10 muertos y miles de heridos, muchos negocios fueron saqueados y casas y sinagogas fueron incendiadas, junto con las bibliotecas Avangard y Poale Sión.

Todo esto duró una semana y eso explica la primera parte del nombre con el que los empresarios empezaron a llamarla: Semana Trágica. La segunda parte del nombre se debe a que para los empresarios fue realmente trágica, ya que tuvieron que aceptar las condiciones de salubridad pedidas por los obreros huelguistas, quienes además consiguieron la disminución de la jornada laboral, aumentos que iban en el rango del 20 al 40%, la liberación de los presos y la supresión de la ostentación de fuerza por las autoridades y el respeto del derecho de reunión.

La firma del ministro del Interior en las cláusulas de la solución del conflicto deja en claro que la razón estaba del lado obrero. Eso sí, esa razón se había pagado con sangre de los explotados. Pero luego de la matanza pasó a ser un tema del cual no se habla. Claro, del pasado no se habla porque estaban involucrados Yrigoyen, los radicales, el ejército y personajes de la “guardia blanca” que luego pasaron a ser próceres: Manuel Carlés, el Perito Moreno, el cura Miguel D’Andrea e, infaltable, el estanciero Martínez de Hoz, hijo de aquel presidente de la Sociedad Rural que recibió de Roca 2.500.000 hectáreas de la tierra donde vivían antes los pampas y los ranqueles, bisabuelo del murciélago que luego fue ministro de Economía de la dictadura de la desaparición de personas.

NO NOS OLVIDAMOS DE LA SEMANA "TRAGICA"

(Para l@s que tenían y tuvieron miedo de la insurgencia)

NO NOS OLVIDAMOS DE L@S DESAPARECID@S DE AYER Y DE HOY

NO NOS OLVIDAMOS DE LA REPRESION EN LOS BARRIOS QUE MATA A MILES DE PIB@S TODOS LOS DIAS

1 comentario:

Monica dijo...

yo vivo en un alquiler temporario en Recoleta pero tengo familia de ahí así que los re apoyo!