miércoles, 27 de enero de 2010

Palabras de la Olla... bajo una fresca lluvia de verano...

Esta Olla de Balance, balanceada no puede, sin embargo, no operar desde el caos al que adhiere
cotidianamente.
Comenzamos a esbozar un balance, precario, corto, dolido, hermoso, humilde, y dijimos entre otras: que con respecto a una reunión extraordinaria (plenario que le llaman) de hace un año, en villa urquiza, dijimos de darle continuidad a algunos temas que trabajamos en la olla. Esto se fue cumpliendo: por ejemplo con vivienda, represión, género, etc. El balance es positivo en lo que nos habíamos planteado, como por ejemplo seguir intentando coordinar acciones con otros grupos. La comunicación a través de la actividad total (olla, difusión, contactos) de la olla fue buena.... A pesar de que nos involucramos más en la práctica, deberíamos ampliar nuestra percepción a lo más general...
Dentro del balance, a la vez que logramos la creación y continuidad de la APCD (asamblea permanente contra los desalojos), deberíamos rescatarla de las garras de la desidia y recuperar la fuerza del 2001. También el trabajo en Lugano con otros compañeros y compañeras....
Como preocupante hubo un par de ollas sin palabras que decir, que sin embargo fueron recuperadas en las siguientes con mayor y mejor participación y llegada. En plenario nombrado, dijimos de seguir coordinando con otros grupos, y "aprendimos a sentarnos y no hacernos tanta mala sangre", propusimos y salieron cosas.
Pensando en el concepto de “otra política”, o sea la política por otros medios, sin partidos ni elecciones, sin líderes, con participación colectiva, y tomando como centro o blanco el sistema
capitalista, apuntar a su destrucción, creando a su vez, alternativas de autogestión, autogobierno, etc., la Olla puede poner como balance, en uno de los platillos de la balanza, algunos logros, materiales, de pensamiento, y en otro platillo algunos desánimos, algunas resistencias individuales a parte del cambio social (tensión entre lo propio y lo colectivo), como lo relacionado con el amor, palabra que debe evocar sensaciones todavía inquietantes, inseguras, cambiantes quizás.
Entre los logros podemos mencionar en primer lugar (por cronología) haber mantenido estoicamente la presencia en la calle, desde febrero/marzo de 2007 (en esta última etapa de la olla, ya que antes estuvo desde el 2002) hasta hoy, todos los últimos viernes de cada mes.
Tal presencia es tan fuerte y significa tanto, que los viernes en que se hace la olla, no llueve. Sólo una vez suspendimos (y encima no llovió), por las dudas. Y es que no es tan solo la presencia de algunas personas cumpliendo roles específicos para la realización de la actividad. Y tampoco es solo la posibilidad de utilizar el micrófono y decir lo que creemos, sobre el tema que elegimos, para cada olla (siempre tiene que ver con lo que el capitalismo provoca, o con las relaciones sociales del/en el sistema capitalista, o con propuestas de otros sistemas)…
Y no sólo es porque aprovechamos el espacio para pasar pelis cortas, picantes, interpeladoras, sobre las consecuencias del capital, o de su resistencia, y del avance de las fuerzas de la otra política. También cabe siempre la posibilidad de ver y escuchar artistas, que sin subir a un escenario, brindan en la calle, y abiertamente, su arte y su política. Además, esta presencia permanente y su difusión (y el funcionar como medio de comunicación alternativa), permite que nos conozcamos y crezcamos junto a otras organizaciones, grupos y personas, que apuestan a la misma búsqueda: autonomía del estado, de los aparatos, de las empresas y de las malas ondas.
Claro, si esto no fuera un resumen, me atrevería a decir que la Olla es poesía, poesía hecha carne (y huesos), poesía hecha guiso y encuentros, poesía de miradas, de amores. Pero, como es resumen y son sentires que se experimentan en vivo, solo invitamos a sentirlos.
¿Somos acaso un ejército de quijotes, retaguardia iluminada con la leña encendida de una Olla, que persigue unos sueños delirantes burlándose de la moral y el orden establecido, combatiendo contra gigantes homicidas y las funestas consecuencias de sus injustos actos? ¿Es verosímil nuestro delirio? ¿Es importante que lo sea? ¿No es la misma esencia del sublime delirio que enarbolamos, algo imposible? ¿Existe lo imposible? Y si existe… ¿no existe entonces para dejar de existir en las hermosas mareas de lo posible?
¿Depende de nosotras, nosotros, para existir y para morir en las fértiles cumbres de la libertad; deseo que la imaginación materializa en el alma colectiva y en la tierra que pisamos?
Si lo imposible no existe más allá de nosotros, nosotras, como especie… ¿no es de por sí, en definitiva, modificable por las iracundas tempestades de nuestra voluntad? Y mantener la ilusión de imposibilidad como estandarte inamovible, ¿no es acaso socavar toda capacidad de esa voluntad ingobernable de poder poner todo de cabeza, y hundir nuestra liberación en el viscoso abismo de la más asquerosa repetición…?
El miedo genera imposibilidad. La imposibilidad genera seguridad, y la seguridad es muerte… Todo se resume a esto: luchar contra la muerte y la nada, o mantenerlas (voluntaria o involuntariamente) en pie…
Sin embargo, plantear este enfrentamiento de manera tan abstracta, puede tomarse de cualquier forma. No nos preocupa cómo lo tome nuestro enemigo, si no cómo hacemos el Abajo, para instrumentar esa lucha de manera que supere no sólo al capitalismo y su régimen asesino, si no a su vez superar nuestra propia historia, nuestros propios paradigmas tanto en la producción de pensamiento como en la praxis misma, que dé como resultado una organización descentralizada y verdaderamente libre de opresiones y ficciones del régimen que combatimos…
La mayor arma de que disponemos para llevar a cabo esta tarea, es la desnaturalización de lo
establecido por cualquiera que haya establecido algo; y el interrogante metódico que nos permita encontrar nuevas respuestas sin proyección eterna, que sean aplicadas a la praxis superando las prácticas anteriores, pero aprendiendo de ellas lo que tienen para enseñar…
Y decimos respuestas sin proyección eterna, en la medida que no formulamos programas universales ni que vayan mucho más allá de las próximas preguntas que las derriben o las corroboren hasta una nueva tormenta reflexiva que… y así sucesivamente. Y es la práctica y no el abecedario, la que marca el camino.
No es una teoría si no el hacer mismo. Y no es que reneguemos de la teoría si no todo lo contrario: sólo le damos otro puesto de batalla. No va a la vanguardia si no detrás, enseñándonos, aprendiéndonos el paso para pisar mejor el sendero. Y no hay una teoría que encierre todo y a todos, si no que cada colectivo va formulando, a partir de sus necesidades, deseos, problemáticas, es definitiva, sus propias variables, la teoría que vaya sistematizando la lucha; a su vez que desde la articulación de las particularidades ayuda a tejer una Herramienta que instrumente una revolución social profunda y radical de manera más masiva y de honda huella histórico-social.
No es de arriba hacia abajo, si no de abajo hacia abajo, desde donde nos paramos caminando para
proyectar nuestras desobedientes fuerzas para la construcción de un mundo mejor. “Hay que vivir y combatir hoy, como si ya fuera mañana”.
Un abrazo fraterno, la Olla.

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