Hubo en esta olla, como suele haber, y como nos gusta que haya, una obrita...Que evocando aquellos pasados (o no tan pasados) anos de la infancia nos transporto a ese estar y ser, tanto más blando, vulnerable.
Así vimos como Marquitos, nuestro nene protagonista que enfrascado en la televisión y el encierro de su casa, encontró en el mundo inagotable de su imaginación al amigo que necesitaba, al compañero ideal, que atreviéndose a lo que él no se atrevía, que haciendo lo que Marquitos no se animaba ni a proponer, lo invitaba a jugar, a soltarse, a inventar y reinventar su mágico y real mundito, su espacio para ser...
Yo me pregunto si nosotros y nosotras habremos crecido tanto... Tan lejos estamos de nuestra capacidad de imaginar?
Me parece que estamos y seguimos estando muy a tiempo de sonar, imaginar e inventar, para crear, con nuestros compañeros reales ese espacio, esa realidad en la que podamos vivir y desenfrascarnos de nuestras paredes, nuestras televisiones, nuestros trabajos...Imaginarnos todo lo que haga falta, todo lo que nos de fuerzas para luchar por crear ese espacio para poder realmente ser, y animarnos a volver a salir a la calle y a juntarnos con otros y otras, así como le pasó a Marquitos después de conocer (conocerse) con su amigo imaginario.
domingo, 23 de agosto de 2009
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