Como quizás no se muestra en su totalidad (no se puede mostrar en su total), trataremos de darle voz, como a quienes se acercan a la Olla, como con quienes compartimos algo, mes a mes o año a año. El potlach, a falta de un nombre mejor, o porque es su mejor nombre, es un espacio, sobre la vereda de nuestra presencia, recostado sobre una de las paredes del Banco, otro símbolo del sistema. En este lugar, se encuentran objetos, dejados allí por sujetos, para que otros, se los lleven.
Así de simple, y así funciona.
No cumple con otra de las reglas impuestas; no hay intercambio, no hay que dejar nada de valor para llevarse algo. No se acepta dinero. El dinero va a la alcancía (otro símbolo…). Es interesante observar como se mantiene, como está presente, como hay personas que utilizan este servicio, comprenden este lenguaje (o no), y comparten esta idea. Puede suceder que alguien se lleve (o traiga) algo, sin pensar en nada de todo ésto, y hacerlo en nombre del asistencialismo (si trae algo) o de sacar provecho de algo gratis, si se lleva algo. O quizás otras varias posibilidades. Sin embargo el hecho está hecho: alguien trae algo, alguien se lleva algo. Eso, en las mas intrínsecas partes de nuestro cerebro, produce efectos placenteros y liberadores, descontractura y devuelve confianza. A la vez, como algunas yerbas, da risa. Sí, realmente, da risa. Y no produce adicción…aunque pensándolo bien… pero ese es otro tema.
Potlach
“Dar objetos, liberar sujetos”
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